Y a fin de cuentas,
¿Quién no desea poder?,
poder ser, poder hacer,
poder cambiar, poder seguir.
Tal vez no sepamos que hacer con él,
quizás, ni siquiera
tengamos el poder
de verlo,
cuando se muestra,
ni de sentirlo,
dentro mismo.
¿Acaso el Senescal
no quiere ser Rey?
¿Acaso el Rey
no quiere ser plebeyo?
¿Acaso yo, no quisiera
ser distinto?
Y tú,
¿cuántas veces deseaste
ser Yo?
Deseo y poder,
dos hienas insaciables,
dos arpones gemelos,
dos rugidos que retumban
en el alma más miserable,
y aún,
en la más elevada.
Deseo y poder,
sentimientos bastardos,
mal mirados e indignos,
sin embargo,
sentidos, y
buscados,
en secreto por algunos,
sin vergüenza, por los menos,
y, sin saberlo,
por los más.
¿A qué viene negarlo?
y abjurar de ellos
invocando humildad, resignación,
entrega y abandono,
¿no es acaso aquél,
el camino más duro
para llegar
al mayor poder?
Bueno, ya era hora de escribir poesía, fue mucho tiempo de amor, tal vez demasiado, también mucho tiempo de sufrir, estoy seguro que demasiado, es el tiempo de expíar, es el tiempo de sanar, es el tiempo de escribir.
miércoles, 29 de agosto de 2007
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